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Actualidad | IECAH en los medios

El Ejército juega a que las protestas en Egipto sirvan a sus intereses

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(Heraldo de Aragón)
Lleva más de 20 años analizando temas del mundo árabe y hace unos días regresó de Túnez, donde permaneció una semana para tomar pulso a la revolución. Allí, Jesús Núñez Villaverde, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (Iecah), contempló la mezcla de alegría y entusiasmo contagioso de la población tunecina. «Entienden que están abriendo una etapa histórica en su país, aunque hay inquietud porque no está claro todavía que el proceso vaya a poder rematarse», afirma.

Se ha hablado del protagonismo de los tunecinos y del papel del Ejército en el triunfo de la revolución. Pero, ¿alguien más ha estado moviendo los hilos?
No. Lo que parece claro por todos los lados es que ha sido una movilización popular. No está siendo liderada por ningún partido, ningún sindicato y ninguna asociación, entre otras cosas porque no los hay.

Algunos expertos se preguntan si estamos ante la primera revuelta Wikileaks.
Para mí no es tanto de Wikileaks por las filtraciones, pero sí podemos hablar de una revolución de Facebook, Twitter y de Internet. También de Al Yazira, que lleva ya tiempo difundiendo en un tono crítico lo que está ocurriendo en el país. Estamos hablando de una población en un 60%, por lo menos, por debajo de los 25 años y que maneja todo ese tipo de medios. Eso ha servido para movilizar a la gente.

¿La decisión del primer ministro tunecino, Mohamed Ghanuchi, de desprenderse de la vieja guardia es suficiente para que se consolide la revolución?
Quien tiene que decir si es suficiente o no es la propia sociedad tunecina, pero desde luego hay que entenderla como un cambio en la dirección adecuada. Si no hay de manera inmediata un incremento de la presión por parte de otros actores, y es difícil imaginar que vaya a ser así, estaríamos ya en condiciones de poner en marcha un proceso que conduzca a una asamblea constituyente y a los cambios legislativos que sean necesarios. Pero a partir de la presencia en el Gobierno de Ghanuchi como primer ministro y Mebaza como presidente interino de la república.

¿Hay algún personaje destacado que pueda liderar la transición tunecina como lo hizo Adolfo Suárez en España?
Es curioso. Lo he preguntado reiteradamente para aprenderme algún nuevo nombre, pero no lo hay. Recordemos que se habla de un régimen que, o ha matado a los disidentes, o los ha metido en prisión, o los ha exiliado. Estos últimos no tienen contacto con la población -muy joven- y los demás no han tenido capacidad para darse a conocer. Es un desconocimiento que puede ser muy positivo si sale algo que nos encante a todos, pero que causa inquietud porque la extrema debilidad de la clase política genera una cierta preocupación de si van a ser capaces de tomar el país. Cuando, por el otro lado, los que todavía están con palancas de poder tienen muchas capacidades para poder resistir o abortar el proceso del cambio. Ese es el problema fundamental.

Tras las protestas de estos días en Egipto, ¿puede pasar en este país lo mismo que en Túnez?
Egipto es un caso muy distinto porque se trata no solo del país que tiene mayor población dentro del mundo árabe, sino que es también el líder de la Liga Árabe. Egipto está en una dinámina distinta a la de Túnez. En Túnez hablamos de un movimiento popular, de una gota que ha colmado el vaso de la sociedad tunecina que se ha lanzado en masa a pedir el cambio. En Egipto estamos ya desde hace tiempo en un proceso de sucesión del poder. La situación personal del presidente Mubarak ya abría la necesidad de incorporar a otra persona en las próximas elecciones. En ese debate cada uno está jugando sus bazas. Lo relevante es el papel del Ejército egipcio. Mientras que Mubarak y su entorno pretendían mantener el control y nombrar probablemente a su hijo, o a una persona muy afín a la elite gobernante, el Ejército ya estaba mostrando su resistencia a ese tipo de proceso. Cabe imaginar que el Ejército está hoy por hoy jugando con fuego a intentar, si no estimular, o como mínimo permitir, la movilización popular para mostrarle al régimen que ha llegado su final y colocar a su propio candidato, que seguramente no va a ser el que en principio se pensaba, el hijo de Mubarak.

Por lo tanto, el Ejército va a tener un papel clave en lo que pase.
Sí. Lo está teniendo ya. Sin atreverme a decir que está impulsando la movilización, está jugando a que esa movilización sirve a sus intereses en la medida en la que transmita al régimen que su tiempo ha terminado y que el Ejército tiene que volver a tomar las riendas. No olvidemos que la historia de Egipto es de dirigentes militares. Son actores políticos de primera línea en la historia del país y supongo que quieren seguir siéndolo.

¿Es Occidente un obstáculo para la democratización del mundo árabe al apoyar estos regímenes dictatoriales con el latiguillo de la amenaza fundamentalista?
Claramente. Y antes, cuando no había islamismo radical, también. Tenemos que entender que para la UE, para los gobiernos europeos en general, nuestros vecinos del sur por lo único por lo que nos interesan es por la estabilidad de esos territorios. La Unión Europea y también EE. UU. han sido un apoyo claro y evidente de regímenes políticos que no encajaban para nada con los valores y principios que decimos defender. El temor es que ahora sigamos haciendo exactamente lo mismo.

La UE está muy callada.
Precisamente por eso hay inquietud en Túnez. Todo parece indicar que la UE sigue esperando para que en cuanto vea que alguien, una vez más, garantiza la estabilidad lo defina como interlocutor y que ahí ya le sea suficiente para que no haga falta ir más allá en el proceso.

¿Es fundamental el apoyo de la UE para la consolidación del triunfo de la revolución tunecina?
Desde luego el protagonismo tiene que ser de los propios tunecinos, de hecho lo están haciendo solos. Pero la UE tiene muchísimos instrumentos para poder consolidar el proceso. En todo caso, para acompañarlo apostando realmente por la democracia.

Y Estados Unidos, ¿qué papel puede jugar? Ha sido el primero en enviar a Túnez a su subsecretario de Estado para el Magreb.
Es más inteligente. EE. UU. estaba apoyando al régimen de Ben Alí igual que la UE. Pero en el momento en que ha visto que cambiaba la dirección del viento ha aplaudido el coraje del pueblo tunecino (cosa que no ha hecho ningún gobierno de la UE) y empieza a enviar ya a sus representantes. ¿Dónde están los nuestros? ¿Por qué no reaccionan de la misma manera cuando a nosotros nos afecta tanto o mucho más que al propio Estados Unidos? 

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