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Medios de comunicación: Tendencias en 2011 y perspectiva de cara a 2012

Por Guillermo Naya

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Sheldon Himelfarb, director del Centro de Innovación USIP: Medios, Conflicto y Construcción de la Paz y el Centro de Innovación: Ciencia, Tecnología y Construcción de la Paz, analiza las tendencias del pasado año, así como las perspectivas de cara a 2012 sobre las nuevas formas de comunicación y el papel que jugarán en la resolución de conflictos.

¿En qué medida han contribuido las nuevas fuentes como los mensajes de texto (SMS), twitter o las llamadas a través de teléfonos móviles combinadas con los sistemas de cartografía e información geoespacial (GIS) a cambiar el campo de la construcción de la paz en 2011?

Lo cierto es que estos factores han supuesto un desarrollo importante dentro de nuestro campo en 2011, quizás eclipsado en gran parte por el debate en torno al papel jugado por las redes sociales en la denominada ‘Primavera Árabe’. Recuerdo cómo un activista egipcio se enfurecía y gritaba a un reportero en pleno auge del movimiento en su país. «Esto no es la revolución de Facebook o Twitter, ¡esto es la revolución del pueblo!». Las diferentes revoluciones arrojaron grandes cantidades de información procedentes de todas las fuentes que ha enumerado, lo que ayudó a dar voz a los que hasta entonces no la tenían. En Libia o Siria, por ejemplo, los periodistas no tenían pleno acceso y los ciudadanos asumieron por sí mismos ese rol con sus celulares y los vídeos que compartían.

Hemos visto esfuerzos similares antes –durante las protestas electorales en Irán y después del terremoto de Haití-, pero lo que supuso un punto novedoso en el pasado 2011 fue la forma en que las grandes organizaciones internacionales que trabajaban en estos conflictos buscaron esta información de forma proactiva y la pusieron en circulación.

En marzo, por ejemplo, la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCAH) solicitó a la Standby Task Force –una comunidad global de voluntarios online- que creara el ‘Libya Crisis Map’. Este grupo de voluntarios utilizó redes sociales, móviles, informes periodísticos y demás fuentes para ofrecer a la OCAH un conocimiento de la situación vital a la hora de organizar los esfuerzos de respuesta. En agosto, este mismo grupo se encargó de analizar a través de imágenes procedentes de satélites la situación de los diferentes campos de refugiados en Somalia bajo petición de la UNHCR, y no mucho tiempo después, Amnistía Internacional de EE.UU. colaboró con los voluntarios para realizar un seguimiento de las violaciones de DD.HH. en Siria. Más recientemente, la Corte Penal Internacional de La Haya solicitó garantías de arresto para oficiales sudaneses, alegando evidencias recogidas en el Satellite Sentinel Project, que combina imágenes vía satélite con reportajes a pie de calle y mapas en los que se reflejan los ataques a la población civil vulnerable.

Todas estas situaciones nos han mostrado el poder de la tecnología y la capacidad de las masas para proveer información valiosa en zonas de conflicto donde tradicionalmente existía un vacío informativo. Pero igual de importante resulta el potencial de colaboración entre gobiernos, organizaciones no gubernamentales (ONG) y la población civil a la que pretenden servir. La política moderna al respecto está cambiando radicalmente.

Por otro lado, ¿de qué manera han usado estas herramientas los regímenes represivos para su propio beneficio?

La naturaleza ‘abierta’ de estas herramientas tecnológicas hace que también pueda ser utilizada por los regímenes represivos, pero encuentro sorprendente que haya habido relativamente pocos ejemplos en los que esta nueva forma de comunicación se haya comprometido eficazmente con este tipo de regímenes. Lo cierto es que la mayoría de los actos represivos han llegado a través de formas más tradicionales de lo que esperábamos en la batalla entre los activistas y los regímenes autoritarios: cortando acceso a tecnologías específicas, la manera en la que Siria prohibió la importación del iPhone o Mubarak cortó los servicios de internet y telefonía móvil. También se metió en prisión a los bloggers y se respondió a los que discrepaban con violencia. Dicho esto, y teniendo en cuenta los esfuerzos llevados a cabo en el pasado por estos regímenes para ponerse al día con las estrategias de los activistas, no dudamos que habrá más intentos para tratar de minar la efectividad de estas herramientas de monitorización basadas en los ciudadanos.

¿Qué novedades nos depara 2012 en el campo de los medios de comunicación y la construcción de la paz?

En primer lugar, decir que el sendero de innovaciones es tan rápido y profundo hoy que podemos estar seguros de que habrá un desarrollo en múltiples frentes. Precisamente uno de ellos será el área de los grandes volúmenes de datos y las nuevas analíticas que produce. Tal y como ya hemos mencionado, las redes sociales, los teléfonos móviles y los contenidos generados por usuarios particulares están generando ingentes cantidades de información acerca de la gente, su actitud y su comportamiento. Sirva como ejemplo el ‘Google´s Global Flu Trend’ project, iniciativa que analiza las búsquedas hechas para la palabra clave ‘gripe’ –’flu’, en inglés- y otras relacionadas para obtener un mejor y más rápido conocimiento acerca de donde es más probable que surjan los nuevos brotes. Muchas agencias de gobierno están tratando de aplicar esta idea en los medios de comunicación social y ver si el rastreo de otros ‘trends’ –tendencias, palabras clave- puede ayudar a identificar rápidamente y prevenir conflictos violentos y otros peligros socioeconómicos.

Sin embargo, gran cantidad de información no es sinónimo de potencial predictivo. Una de las perspectivas más interesantes para el año 2012 y más allá de lo que se refiere a los nuevos medios y consolidación de la paz es lograr mejorar la resolución de problemas internacionales. A la vez que compartimos información en la web, incrementamos nuestra habilidad para trabajar con estas cantidades de información y problemas comunes. Esto desembocará, yo creo, en un mayor compromiso de los recursos públicos destinado a programas de intercambio virtuales y plataformas tecnológicas que acabarán con las barreras lingüísticas y conectarán a estudiantes y profesionales con sus contrapartes en todo el mundo.

Finalmente, creo que también veremos un amplio debate durante este año en torno a la libertad en Internet. Ha sido objeto de preocupación a lo largo de los años, por supuesto, pero la reciente actividad en los medios online alrededor de grupos identificados por el Gobierno de los EE.UU. como ‘terroristas’ -como es el caso de Al Shabaab en Somalia o Hezbollah- ha contribuido a acentuar la tensión entre la seguridad y los flujos informativos. No me sorprendería que este factor se convirtiera en uno de los temas clave en las próximas elecciones.

En resumen, en 2012 veremos un nuevo esfuerzo por lidiar con una simple pero profunda nueva realidad: por primera vez en la historia, todos somos creadores de contenidos para una audiencia global. Esto está cambiando la forma en la que nos comunicamos, organizamos y potencialmente, como administramos los conflictos internacionales.

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