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Crisis invisible: Zimbabwe

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El 15 de septiembre de 2008, después de un periodo de gran tensión en el país y de profunda crisis económica, resultado también del éxito electoral, y tras varias semanas de intensas negociaciones, Robert Mugabe -Presidente de Zimbabwe desde 1980 y máximo exponente del partido de gobierno ZANU PF- y Morgan Tsvangirai, líder del partido de oposición MDC (Movimiento para el Cambio Democrático) llegaban a suscribir un pacto histórico para el gobierno compartido del país1. En febrero de 2009 Morgan Tsvangirai asumía el cargo de Primer Ministro de un país consumido por la crisis político-económica, por la inflación, el desempleo y la escasez de comida.

La frágil alianza entre el ZANU PF y el MDC (este último a su vez divido en dos facciones), no ha logrado hasta hoy incidir positivamente en las condiciones materiales de gran parte de la población.

Es de hace algunos días la noticia de la destitución de cuatro ministros del Gobierno de Unidad Nacional por parte de Morgan Tsvangirai. Tras llevar a cabo una revisión de rendimiento después de los primeros 16 meses de gobierno, Tsvangirai decidió las destituciones en un intento de reafirmar su autoridad frente a las crecientes divisiones en el partido. A raíz de la revisión de rendimiento se ha hecho también patente la extrema lentitud del nuevo gobierno en la realización de reformas en el sistema político y económico del país, que está causando una falta de confianza cada vez más generalizada en la nueva administración.

Entre los ministros destituidos está Fidelis Mhashu -Ministro de Vivienda- condenado por la población, junto con todo el Gobierno de Unidad Nacional, por su pasividad frente al problema del reasentamiento de los desplazados de la Operación Murambatsvina.

Esta Operación fue lanzada en mayo de 2005 con el objetivo de «limpiar» las principales ciudades del país. El gobierno la describía como un programa para imponer las ordenanzas municipales contra cualquier forma de presuntas «actividades ilegales en el área de la venta de géneros alimenticios, estructuras ilegales, cultivos ilegales»2 en sus ciudades.

La Operación empezó en la capital Harare, y rápidamente se transformó en una campaña nacional de demolición y desalojo llevados a cabo por la policía y el ejército. Este programa, al que popularmente se le llama «Operación Tsunami», debido a su rapidez y a su ferocidad, destruyó casas, locales de negocio y espacios de venta. Se estima que 700.000 personas en varias ciudades a lo largo del país perdieron sus casas y sus medios de sustento, no tuvieron acceso a comida, agua y saneamiento o a servicios sanitarios; se interrumpió la educación para miles de niños y niñas en edad escolar, y la asistencia sanitaria para miles de enfermos3.

Según afirmaba recientemente el mismo Fidelis Mhashu, al día de hoy, cinco años después, «no se tiene constancia de cuantas personas están todavía en lista de espera para una vivienda. Se estiman unas 500.000 en Harare, mientras a nivel nacional se estiman entre 1,2 y 1,5 millones de personas en áreas urbanas»4.

El esquema de re-asignación de vivienda, la llamada «Operación Garikai/Hlalani Kulhe» (Para una vida mejor) ha fracasado. Según afirma Cousin Zilala, Director de Amnistía Internacional en Zimbabwe, «Los afectados por la Operación Murambatsvina se han vuelto rápidamente invisibles; han sido obligados a trasladarse a áreas rurales, absorbidos en urbanizaciones ya abarrotadas de gente u obligados a asentarse en estructuras designadas por el Gobierno». Después de 5 años las víctimas siguen viviendo en chabolas de plástico que carecen de los servicios básicos esenciales. Las condiciones de las pocas casas construidas en el ámbito de la Operación Garikai/Hlalani Kuhle no cumplen con los estándares mínimos de habitabilidad – no teniendo suelo, ventanas, agua o servicios. Las comunidades que viven ahora mismo en los reasentamientos del gobierno son totalmente dependientes de la asistencia humanitaria y de iniciativas de auto-ayuda para su supervivencia.

Con respeto a las víctimas de la Operación Murambatsvina, el Gobierno de Unidad Nacional no ha cumplido con su compromiso de proveer abrigo, ni de hacerse cargo de este sector de la población que se encuentra, en la actualidad, en una situación de vulnerabilidad total, y cuyos derechos humanos más básicos se ven violados cada día.

En general, el Gobierno de Unidad Nacional no ha sabido hasta ahora dar una respuesta a las numerosas cuestiones que atormentan el país. Los partidarios del ZANU PF, los veteranos de guerra y la milicia juvenil siguen aterrorizando los zimbabuanos en las áreas rurales.

Los responsables de los abusos pasados continúan libres para llevar a cabo ulteriores actos de violencia e intimidación.

Existen aspectos regionales e internacionales más amplios relacionados con la resolución de la crisis político-económica de Zimbabwe, que evidencian la complejidad de la situación y la variedad de actores políticos involucrados. En efecto, aunque el régimen de Mugabe haya suscitado reacciones relativamente críticas en la SADC (Comunidad de Desarrollo de África Austral) y en la Unión Africana, en los últimos años se han ido reafirmando de manera paralela las antiguas controversias entre África y el Occidente, respeto a las cuales Zimbabwe representa un escenario delicado y fundamental. Las implicaciones regionales e internacionales transcienden las condiciones concretas en las que actualmente el país se encuentra, y evidencian la necesidad de una negociación cuidadosa entre la dimensión nacional, regional e internacional.

Por otro lado, el Gobierno de Transición está todavía lidiando con los legados de las inequidades coloniales y del autoritarismo post-colonial, mientras se enfrenta a las demandas del contexto internacional post Guerra Fría con respeto a las relaciones Norte-Sur. En ese sentido, una formas equivocadas de intervención internacional podrían fomentar las divisiones en el ámbito del mismo MDC, como también una nueva convergencia sobre instancias nacionalistas de soberanía más allá de las divisiones de partido, de cara a frustraciones cada vez más significativas causadas por la falta de apoyo a nivel internacional. De hecho la lenta respuesta internacional a las necesidades del nuevo gobierno podría fortalecer elementos más conservadores del partido de gobierno, frustrando por otro lado las fuerzas democráticas todavía en estado de transición.

Hay claros factores que bloquean la acción del nuevo Gobierno, entre otros la determinación de ZANU PF de quedarse en el poder a toda costa, la demanda de MDC de la apertura de espacios democráticos prometidos en el Acuerdo Político Global (GPA), las limitaciones de las capacidades de SADC para responder a la crisis de Zimbabwe, las ambigüedades alrededor de la respuesta occidental de limitado esfuerzo económico hacia el Gobierno de Coalición y la ininterrumpida ejecución de sanciones contra el régimen de Mugabe.

Parece evidente que, a pesar de la complejidad de las circunstancias, el SADC y la Unión Africana necesitan enfrentarse con la realidad de un régimen dictatorial que sigue despreciando los procesos electorales, en nombre de supuestos legados de soberanía y liberación post colonial. El caso de Zimbabwe levanta cuestiones primordiales alrededor de estos organismos regionales en el área; de hecho la mediación de SADC hasta la fecha no ha llevado a resultados significativos.

El futuro de Zimbabwe está en un equilibrio precario: cuestiones cruciales como el reasentamiento de los desplazados internos, la demanda de empleo y la provisión de servicios básicos no parecen tener una perspectiva de resolución a medio plazo, especialmente de cara al estancamiento de los actores internacionales y a los incipientes desacuerdos en el MDC, que el Primer Ministro Tsvangirai deberá intentar apaciguar para no dejar el país a la merced de los partidarios de Mugabe. Los desafíos que quedan todavía por resolver son arduos y tienen que ver, entre otras cosas, con el enfrentamiento de la impunidad endémica, el fortalecimiento de las reformas institucionales, y el restablecimiento de un sistema de justicia.

Niños en el campo de reasentamiento de Hopley Farm

Fuente: IRIN News

Fuente general utilizada:

http://www.solidaritypeacetrust.org/326/desperately-seeking-sanity/

Notas:

1.- http://news.bbc.co.uk/2/hi/africa/7615906.stm

2.- Anna Kajumulo Tibaijuka, Report of the Fact-Finding Mission to Zimbabwe to assess the Scope and Impact of Operation Murambatsvina by the UN Special Envoy on Human Settlements Issues in Zimbabwe , 2005

http://www.un.org/News/dh/infocus/zimbabwe/zimbabwe_rpt.pdf

3.- Ivi, p.12

4.- http://www.irinnews.org/Report.aspx?ReportId=89218

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