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Análisis | Documentos

EE.UU. y la militarización de la ayuda humanitaria en el caso del terremoto de Haití

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Madrid 19 de enero de 2010

 
 
Documento elaborado por Laurence Thieux, Francisco Rey Marcos y Jesús Nuñez miembros del IECAH y autores del libro «Fuerzas Armadas y acción humanitaria: debates y propuestas. Fundación Carolina-CeALCI, IECAH, Madrid, 2007.» Puede consultarse en http://www.iecah.org/publica.php?pag=2  

Ante la magnitud del desastre que ha provocado el terremoto en Haití y el caos que parece reinar en la capital Puerto Príncipe (es al menos la imagen dominante que transmiten los medios de comunicación), pocos son los que cuestionan el envío por parte de Estados Unidos de unos 10.000 militares para dirigir la respuesta de emergencia. No cabe duda de que se trata de una situación sin precedente por el nivel de destrucción provocado por el seísmo a todos los niveles, desarticulando la capacidad ya de por si limitada de las autoridades haitianas para hacer frente a la situación. Se trata además de un país particularmente castigado tanto por las injerencias e intervenciones militares exteriores como por las catástrofes naturales. Asimismo se trata de un país devastado por la pobreza, la extrema debilidad del de estado y la violencia crónica.
 
Sin embargo, y aunque sin duda la situación exige medidas excepcionales, el despliegue militar de Estados Unidos en Haití no deja de ser cuestionable por las siguientes razones:
 
1. Cabe preguntarse, en efecto, cuál es el mandato de EE.UU. para el envío de las tropas militares. ¿Fue solicitado o autorizado el despliegue por el Gobierno de René Préval?  ¿Cuál es el objetivo de la operación? ¿Se trata de una operación militar o humanitaria? Respecto a la última pregunta las declaraciones de los altos mandos no aclaran la confusión. El jefe de la operación militar estadounidense Ken Keen, declaraba ante los medios: «Estamos aquí principalmente por una operación de asistencia humanitaria, pero la seguridad es un componente crítico (…) vamos a tener que afrontar la situación, la seguridad». Por su parte, el general Douglas Fraser, jefe del mando sur definió la misión de Haití como una operación de mando, control y comunicación (C3). La respuesta norteamericana al terremoto está claramente liderada por el mando militar del SOUTHCOM (Comando Sur de los Estados Unidos), cuya principal misión es conducir operaciones militares y promover la cooperación de seguridad para alcanzar los objetivos estratégicos de Estados Unidos. 
 
2. Es cierto que la propia Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH) se ha visto duramente afectada por el terremoto y se ha visto incapaz, en un primer momento, de asumir junto con las autoridades haitianas el liderazgo y coordinación general de la respuesta al desastre. Sin embargo, es la misión de Naciones Unidas que tiene la legitimidad de actuar en este caso y el objetivo principal de los diferentes actores internacionales debería ser poner todos los medios para que la misión recobrará lo más pronto posible su capacidad de actuación.
 
Las declaraciones del Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, el 14 de enero apuntan en esta dirección «sería absolutamente deseable que todas esas fuerzas estuvieran coordinadas por el comandante de la MINUSTAH allí».
 
De momento los responsables norteamericanos se han limitado a declarar que el objetivo es coordinar esta misión con la MINUSTAH sin ceder su liderazgo. «Vamos a actuar bajo comando de los EE.UU. en apoyo a una misión de la ONU en nombre del gobierno y del pueblo haitiano», declaró Phillip Crowley portavoz del Departamento de Estado .
 
3. Cuestionar el liderazgo del ejército de la respuesta al desastre provocado por el terremoto no significa que no tenga que desempeñar  ningún papel. Su rol es sin duda clave para facilitar la distribución de la ayuda tanto en el restablecimiento de las principales vías de comunicación y acceso a las víctimas, como en garantizar la seguridad para que los actores humanitarios puedan suministrar la ayuda necesaria. 
 
Sin embargo, y como lo estipula la doctrina internacional sobre el uso de medios civiles y militares en respuesta a los desastres, esta participación tiene que estar bajo mandato civil tal como lo afirman las llamadas «Directrices de Oslo sobre el uso de medios militares y de defensa civil para la asistencia humanitaria», y el resto de Directrices en esta materia auspiciadas por OCHA y otros organismos, limitando y orientando la participación de las fuerzas militares en las respuestas humanitarias .
 
4. La primera actuación de las tropas norteamericanas en Puerto Príncipe ha sido la rehabilitación y control del aeropuerto. Una tarea clave para facilitar el tránsito de la ayuda. Sin embargo, el control unilateral del aeropuerto por parte de las fuerzas estadounidenses ha suscitado ya críticas por parte de Francia y Brasil que se han quejado por que Estados Unidos estaría entorpeciendo el aterrizaje de aviones de la FAB (Fuerza Aérea Brasileña) cargados de personal y material de mantenimiento.
 
Para paliar este problema el secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, John Holmes anunció la introducción de un sistema para priorizar los vuelos humanitarios.
 
5. En clara contradicción con los principios de Oslo antes citados que estipulan que la utilización de medios militares deban limitarse desde el principio en tiempo y escala, y  tener una estrategia de salida que defina claramente la forma en que la función asumida puede ser ejecutada en el futuro por personal civil, las declaraciones de los responsables norteamericanos no parecen apuntar en esta dirección. El portavoz del Departamento de Estado de EE.UU. Philip Crowley declaró: «Nosotros no estamos adueñándonos de Haití. Estamos ayudando a estabilizar el país. Estamos ayudando en el suministro de material y socorro para salvar vidas, y vamos a permanecer allí a largo plazo para ayudar a reconstruir Haití.»   La secretaria de Estado Hillary Clinton,  aseguró por su parte  que las fuerzas norteamericanas se quedarían en Haití «hoy, mañana, y previsiblemente en el futuro».
 
6. El argumento de seguridad que justifica la movilización de las tropas norteamericanas también tiene que ser matizado. El mismo General Ke Keen ha hecho declaraciones que dejan entrever que la situación de seguridad en Puerto Príncipe no sea tan crítica como los medios de comunicación lo pintan, y en todo caso está situación se ha ido agravando por la falta de ayuda.  De cualquier forma, el argumento de seguridad a duras penas justifica el lanzamiento desde helicópteros de paquetes de ayuda, una práctica descartada la semana anterior por el propio secretario de defensa norteamericano, Robert Gates al considerarla más dañina que beneficiosa. 
 
 
Notas:

(1) Michail Chossudovsky, «The Militarization of Emergency Aid to Haiti: Is it a Humanitarian Operation or an Invasion?», Global Research, 15 de enero de 2010. http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=17000 (sitio consultado el 16 de enero de 2010).
(2) Christian Science Monitor, 14/1/2010
(3) Guidelines on the use of Military and Civil Defence Assets (MCDA) in Disaster Relief . Oslo Guidelines. 1994. También Guidelines on The Use of Military and Civil Defence Assets to Support United Nations Humanitarian Activities in Complex Emergencies, de marzo de 2003, y conocidas como las Directrices MCDA para emergencias complejas de 2003. Junto a ellas, Civil Military Relationship in Complex Emergency. IASC Reference Paper. June 2004. Todas en www.ochaonline.un.org/mcdu/guidelines 
(4) Christian Science Monitor, 14/1/2010
(5) Ver BBC News, 19/1/2009 consultado en :
 http://news.bbc.co.uk/2/hi/americas/8466973.stm

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