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El futuro de la cooperación en el Sahel

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(Para El Mundo)

Cuando los cooperantes recorrían la carretera de Nuadibú a Nouakchott, no hace más de dos o tres años, al único peligro al que se enfrentaban era a un accidente de coche. Atravesar aquella carretera era una rutina para cualquiera de las ONG que trabajaban en Mauritania. Ahora el país se ha convertido en otro más, uno más, dónde los cooperantes tienen que dedicar casi más tiempo a su seguridad que al propio trabajo humanitario.

El secuestro de los tres integrantes de Barcelona Acció Solidària ha confirmado lo que muchos no querían ver, incluso tras los previos secuestros de occidentales o el atentado contra la Embajada de Francia en Nouakchott: que el terrorismo en esa zona del planeta es una amenaza importante para la seguridad regional e internacional. No es, por tanto, una ficción que trata de esconder los verdaderos problemas de la región como la debilidad de los Estados, políticas públicas precarias, escaso desarrollo socioeconómico y graves problemas de seguridad como los tráficos ilícitos y el crimen organizado. Un riesgo frente al que Estados Unidos había tomado las primeras iniciativas creando el Africom, esfuerzo secundado posteriormente por la Unión Europea con la Iniciativa Sahel, misión sobre seguridad en la región que ha realizado por el momento misiones exploratorias a Malí y Mauritania. No obstante, la Comisión Europea ha incluido la región del Sahel, junto con Afganistán y Pakistán, como prioritarias en su Programa para el Instrumento de Estabilidad 2009-2011.

No cabe duda que la amenaza terrorista es alta y que se incrementa progresivamente. Se confirma que existen una serie de factores y de condiciones que hacen temer que esa región geoestratégica pueda convertirse no sólo en una zona de refugio, sino en un área importante de redespliegue de la red terrorista de Al Qaeda, a través de su franquicia Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). Una organización terrorista de carácter transnacional, que se caracteriza por sus ofensivas terroristas no sólo en Argelia o en otros países magrebíes y sahelianos, sino también por acciones preparatorias de financiación o logística en diversos países de Europa como Francia, Italia, Alemania o España, donde células del GSPC/AQMI han sido desarticuladas en los últimos años. Sin embargo, la mayor actividad terrorista de AQMI tiene lugar en territorio argelino y su capacidad para lanzar operaciones en áreas remotas del Sahara y del Sahel era cuestionada hasta hace no mucho tiempo.

España continúa en el punto de mira de Al Qaeda, pues el pasado 14 de diciembre Aymán Al Zawahiri, número dos de la red terrorista, en un video dirigido a AQMI en Al-Sahab, ha reiterado que no serán capaces de reconquistar Al Andalus, “sin desinfectar el Magreb de españoles y franceses”. Y para que no quedarán dudas, en la grabación aparecen imágenes de la mezquita de Córdoba y de la Alambra de Granada.

El Sahel es un área geográfica extensa que comprende siete países, entre ellos, Malí, Níger, Chad, Burkina Fasso y Mauritania, situados en los últimos puestos en la clasificación del índice de desarrollo humano del PNUD. La pobreza, la carencia de oportunidades o la escasez de servicios básicos, justifican la implementación de programas y proyectos de cooperación al desarrollo tanto de organismos multilaterales como de agencias de cooperación, como hace la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). De nuevo, ahora en esta zona, se pone de relieve la importancia del binomio seguridad y desarrollo, plasmado por el ex Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan, en el informe “Un concepto más amplio de libertad: desarrollo, seguridad y derechos humanos para todos” de 2005, que caracterizó la relación simbiótica entre estos conceptos señalando que, “no tendremos desarrollo sin seguridad, no tendremos seguridad sin desarrollo y no tendremos ni seguridad ni desarrollo si no se respetan los derechos humanos; a menos que se promuevan todas estas causas ninguna de ellas podrá triunfar”.

Durante estos días ha habido voces que han reflexionado sobre la oportunidad de mantener, en estas circunstancias, la cooperación al desarrollo en el Sahel. Frente a ello la llegada a su destino de la caravana de Barcelona Acció Solidària les ha dado la respuesta. Podríamos encontrar diversas razones por las que no sería adecuado suspender la cooperación al desarrollo. Una de ellas, el proceder la amenaza de un grupo muy concreto y reducido, estando la mayoría de la población local al margen y en total desacuerdo con estas acciones. Además, puede ser incluso contraproducente ya que factores como la pobreza, la marginación o la exclusión pueden crear condiciones favorables para la difusión y propagación de ideologías extremistas y facilitar la radicalización y el aumento de nuevas “vocaciones” terroristas. Sin contar con que la carencia de medios de subsistencia impulse a colaborar con los terroristas al permitir adquirir ingresos fáciles.

Por ello, la cooperación al desarrollo no debe estar en riesgo, sino que debe mantenerse e incluso incrementarse. En cualquier caso, es necesario reforzar los sistemas de seguridad de las organizaciones no gubernamentales, analizar los riesgos, evaluar las amenazas y adoptar las medidas de seguridad que permitan a los cooperantes desarrollar su trabajo con plenas garantías. Aún así, numerosos cooperantes trabajan en zonas extremadamente peligrosas del mundo como Sudán, Afganistán o Colombia sin total seguridad.

Para crear ese marco adecuado de seguridad, que los cooperantes requieren, es necesario fortalecer e incrementar la cooperación en materia de lucha contra el terrorismo, a nivel multilateral y bilateral. Son ya numerosos los actores implicados en esta tarea, como las Naciones Unidas, la Unión Europea, la Unión Africana y la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO). A nivel bilateral, Estados Unidos está a la cabeza, junto a países como Francia, que también está plenamente implicado.

Las líneas de intervención son extremadamente amplias pues deben abarcar actividades de fortalecimiento del Estado de derecho y la gobernabilidad, la mejora de la capacidad de los Estados en materia de seguridad y justicia, así como acciones que contribuyan a minimizar y prevenir la radicalización y el reclutamiento terrorista. Es preciso apoyar prioritariamente el fortalecimiento de las capacidades y estrategias de lucha contra el terrorismo de los países de la región y reforzar a la UA y a la CEDEAO, instituciones clave en materia de seguridad regional. Para ser eficaces es necesario, también, una adecuada coordinación de todos los actores, y sumar esfuerzos, porque la magnitud de los retos para la seguridad local y regional exige estrategias conjuntas y movilizar numerosos recursos.

España desarrolla una importante cooperación bilateral con varios de estos países en materia de lucha contra el terrorismo, como queda reflejado en el Plan África 2009-2012, a través de asistencias técnicas que permiten fortalecer las capacidades operativas, del apoyo a las actividades de la Oficina de Naciones contra la Droga y el Crimen (ONUDC) y de la contribución al Centro Africano para el Estudio y la Investigación sobre Terrorismo (CAERT) de la Unión Africana. También es relevante la colaboración en materia de intercambio de información e inteligencia, así como el seguimiento que se realiza al Plan de Acción adoptado en el marco de la “Mesa Redonda Ministerial de Madrid para países de África Occidental y Central sobre el fortalecimiento del régimen jurídico contra el terrorismo”, en mayo de 2006.

En conclusión, la cooperación a largo plazo, al desarrollo y en seguridad, es necesaria y fundamental para disminuir la inestabilidad en la región. Sólo con ella, será posible prevenir secuestros como los que ahora están sufriendo seis ciudadanos europeos, y que anteriormente padecieron otros occidentales. Todos ellos, excepto un rehén británico que fue asesinado, liberados unos meses después tras un previo rescate, en cualquier caso no reconocido públicamente por las autoridades. La necesidad de colaboración es además reconocida por las autoridades locales, pues como señaló hace unos días el Presidente de Mauritania, Mohamed Ouald Abdel Aziz, “las fuerzas de seguridad del país presentan deficiencias evidentes que no se resuelven en un solo día”, afirmación que posiblemente ratificarían cualquiera de sus homólogos de la región.

 

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