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A vueltas con la justicia universal

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Omar al Bashir, presidente de Sudán.

(Para Radio Nederland)

El rechazo expresado por la Liga Árabe, en su reunión de Doha celebrada esta semana, a la orden de detención del presidente sudanés Omar al Bashir, solicitada por la Corte Penal Internacional (CPI), supone un toque de atención sobre los retos a los que se enfrentan los incipientes intentos de puesta en marcha de algo parecido a una justicia penal internacional. Que el proceso de construcción de una justicia penal universal no era un camino de rosas, ya lo sabíamos. Que las resistencias a los avances que se iban logrando como la creación de la propia CPI iban a ser enormes, también.

Pero, tal vez, lo que no hemos sabido valorar durante todo ese tiempo es que los ataques a la puesta en marcha de la justicia universal iban a venir de procedencias tan diversas. Si primero fueron los países más poderosos, Estados Unidos, Rusia y China quienes no ratificaron el Estatuto de Roma e incluso iniciaron acciones de boicot real de la Corte, ahora muestra su rechazo el bloque árabe de modo explícito.
La propia escenificación de este rechazo a la CPI en el máximo órgano que reúne a los países árabes y lo rotundo de la declaración que, por cierto, ha sido el único punto de acuerdo unánime entre todos los miembro durante la reunión, es un fiel reflejo de la visión del mundo árabe sobre la CPI y nos avisa sobre que el inicio de un proceso contra el presidente de Sudán va a topar con numerosos problemas. Y que va a tener numerosos efectos «colaterales» muy perjudiciales. Antes de su llegada a Doha, al Bashir había visitado Eritrea, Egipto y Libia, lanzando un mensaje claramente desafiante a la orden de detención decretada por la CPI. Y en la propia cumbre árabe fue el presidente sirio Bashar al Assad, quien pidió solemnemente desde el estrado la repudia hacia la decisión de la CPI. Y para completar el decorado, la decisión contra la orden de detención se tomó en presencia del Secretario General de la ONU Ban Ki-moon que asistía al acto.
El presidente sudanés en su intervención aprovechó para criticar a Israel, denunciar los que el considera violaciones del derecho internacional, llegando a decir, incluso, que Israel apoya a los rebeldes en Darfur. Evidentemente, se trata de alusiones oportunistas y demagógicas que no le exculpan de sus actos, pero que encontraron un gran eco en la reunión y que contienen elementos de verdad. Y no nos engañemos, es esta percepción de doble rasero por parte de la CPI la que está haciendo que muchas personas y no solo sujetos de la catadura de al Bashir desconfíen de las decisiones de la Corte Penal Internacional.

Desde el principio la decisión del fiscal de la CPI Moreno Ocampo de decretar la orden de detención del presidente sudanés -primer presidente en ejercicio que es imputado en un tribunal de este tipo-, fue tildada de osada. Pero nadie podía esperar que la actitud de al Bashir lo fuera aún más. Y la arrogancia y actitud retadora estos días ha sobrepasado cualquier expectativa. Primero, decretando la expulsión de un buen número de ONG internacionales que prestan ayuda humanitaria a los afectados por el conflicto de Darfur, y después, iniciando una gira por varios países y concluyendo con el apoyo unánime de la Liga Árabe. Y nadie ha movido un dedo para hacer efectiva la orden de detención.

La expulsión de las ONG está teniendo ya efectos muy perjudiciales sobre la situación humanitaria en Darfur y ello hizo que Ban Ki-moon pidiera en la reunión el que se reconsiderara la decisión. Pero no lo hizo directamente a al Bashir, con el que se cruzó pero al que no saludó. Pese a ello, y en lo que concierne a los aspectos humanitarios de la crisis y en el apoyo a los intentos de negociación, la ONU debe seguir presionando. La CPI no es un organismo de la ONU, surge de un tratado internacional distinto y no debemos caer en el mismo error del presidente sudanés que considera a todo el mundo occidental como un todo (CPI, ONU, ONG,…) y ejerce su «venganza» con esa lógica.
Pero junto a esto, hay un tema de mucho más calado que es el que el mundo árabe vea con reticencia los avances en justicia universal y en concreto la CPI. Algunos pocos países como Jordania han ratificado el Estatuto de Roma y son miembros de la Liga Árabe. Pero aún así, están en contra del proceso contra al Bashir. Un buen tema para la próxima reunión de la Alianza de Civilizaciones de la próxima semana.

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