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Los 300.000 esclavos de Tanzania

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Hoy en día, pensar en la esclavitud en términos de jaulas, cadenas y grilletes parece más propio de una escena cinematográfica que de la realidad. Sin embargo, se trata de un fenómeno que sigue presente en muchos países y sociedades a lo largo y ancho del planeta, si bien su existencia no siempre es visible ni sus manifestaciones tan claras.

Daar es Salam, TANZANIA// En los últimos años el término «esclavitud» se ha utilizado como un paraguas para englobar todas aquellas actividades que implican la coerción de la libertad de las personas. Puede materializarse de diversas formas: el tráfico de personas, la servidumbre doméstica y por deudas, la explotación sexual, el matrimonio concertado y la mendicidad forzada son sólo algunos ejemplos.

La esclavitud en cifras

A finales del pasado año, la fundación Walk Free elaboró el Índice de Esclavitud Global 2013. En total, esta organización estima que actualmente existen 29,8 millones de esclavos en el mundo. India y Mauritania lideran la lista elaborada por países: el primero, en número total de esclavos, que asciende a 14 millones de personas; el segundo, en términos porcentuales, ya que afecta al 4% de la población.

Otros organismos presentan cifras diferentes, aunque no muy distantes: la Organización Internacional del Trabajo cifra en 21 los millones de personas que viven en esclavitud, mientras que según las Naciones Unidas son 27.

Tanzania: el peor ejemplo de África del Este

Tanzania es el país con mayor número de esclavos de los países miembros de la Comunidad de África del Este, y se sitúa en el puesto 29 dentro de un ranking en el que figuran 162 países. No sorprende este hecho si se tiene en cuenta que Tanzania fue uno de los países en que más esclavos se comercializaron en los siglos XVIII y XIX, cuando fueron vendidos a los colonizadores europeos y los comerciantes árabes. El propio Livingstone describió Bagamoyo, uno de los puertos comerciales más importantes del país en la época y punto de tránsito entre el interior del continente y la isla de Zanzíbar, como «una herida abierta al mundo».

Hoy en día, se ha convertido en un país de origen, circulación y destino para hombres, mujeres y niños víctimas del tráfico de personas. La incidencia es mayor dentro del país que fuera, con migraciones forzadas desde las áreas rurales más remotas a las ciudades y grandes urbes, como Dar Es Salaam o Arusha. También existen muchas víctimas objeto de trata que tienen como destino naciones africanas circundantes, como Sudáfrica. Los ciudadanos de los países vecinos también son víctimas de la trata a través de Tanzania, y frecuentemente son sometidos al trabajo doméstico forzado y la explotación sexual en África del Sur, Oriente Medio e incluso Europa.

La raíz del problema y su materialización

Empleada del servicio domestico descansa en la sombra en el barrio de Mbezi, Dar es Salaam. Fotografía: Aideen Kenedy

La prevalencia de la esclavitud está estrechamente relacionada con la existencia de factores estructurales (socioeconómicos, políticos y culturales) que favorecen la demanda. Las redes transnacionales de crimen organizado han impulsado en los últimos años la proliferación de la esclavitud moderna. Millones de personas son obligadas a desplazarse para ejercer de mano de obra, especialmente en los países con mayor densidad de población, donde la falta de oportunidades sume a muchos en la desesperación. Las laxas leyes y políticas de migración han contribuido a que muchos empleadores vean en la esclavitud un negocio barato y seguro.

Esto ha propiciado la extensión de diversas prácticas que limitan la libertad de los individuos. Además, el empleo de niños en muchos trabajos y su esclavización conllevan la privación de que puedan asistir a la escuela, y la imposibilidad de que disfruten de la educación. Todo ello acaba repercutiendo en el mismo corazón de la sociedad, con altas tasas de analfabetismo, que más tarde derivarán en la imposibilidad de acceder a un trabajo cualificado bien remunerado.

Son muchas las prácticas que se llevan a cabo en Tanzania gracias al trabajo de personas sometidas a la esclavitud. El trabajo en servidumbre es una de las manifestaciones más claras de la esclavitud moderna en el país. La pobreza obliga a muchas personas a trabajar para obtener su sustento diario, o incluso para saldar las posibles deudas que hayan contraído. Además, en muchas ocasiones estas deudas son heredadas por las siguientes generaciones, por lo que puede llegar a tratarse de un fenómeno en cadena difícil de solventar. Estos trabajadores se enfrentan muchas veces a situaciones de violencia por parte de los que creen ser sus amos, y a menudo son privados de comida y sueño.

Uno de los negocios que mayores índices de explotación y servidumbre presentaes el de la mineria. Además, en él frecuentemente se emplea a niños y niñas. Ya que en Tanzania no es económicamente viable excavar explotaciones mineras a pequeña escala, en muchas ocasiones se emplea a menores para que caven túneles y abran vías de acceso con mayor facilidad. Así, se exponen a diversos riesgos, tales como la inhalación de polvo o el colapso de las propias minas por inundaciones. Tambien a enfermedades neurológicas y físicas que se derivan de su exposición a toxinas dañinas. El 70% de los mineros que buscan oro en el país son menores de 15 años, y cavan agujeros de hasta 30 metros. La búsqueda de tanzanita también se sirve de niños y niñas, que son forzados a trabajar hasta 70 horas a la semana.

Por otra parte, se cuentan por miles los niños tanzanos que trabajan en los sectores de la agricultura y la pesca. Muchos son forzados a trabajar durante horas en las plantaciones de té, y laboran sin un horario determinado hasta que consiguen recopilar cierta cantidad de producto. Por ello, muchas veces deben duplicar e incluso triplicar las horas de trabajo. Diversas organizaciones han denunciado también que son expuestos a herbicidas tóxicos. En las zonas rurales del país y en la isla de Zanzíbar, muchos niños recogen algodón durante muchas horas al dia, y sufren violencia. La Comisión contra el SIDA de Zanzíbar ha reportado también que en numerosas ocasiones son forzados a consumir alcohol y drogas. También en las plantaciones de tabaco, donde frecuentemente son pagados por estación, una vez que el tabaco ha sido recogido y vendido. Muchos de ellos no son capaces de terminar la temporada, y acaban por no cobrar.

El trabajo doméstico muchas veces supone también la migración de jóvenes niñas a las ciudades para trabajar en casas particulares, muchas veces propiedad de familias ricas. Desde los siete años, son obligadas a trabajar hasta 15 horas al día por un sueldo que no siempre supone más que el alojamiento y la comida. No se les permite abandonar la casa, y a veces incluso se les niega la comida.

La explotación sexual está estrechamente ligada con el sector turístico. Son muchos los hoteles que emplean a mujeres como personal de limpieza y que acaban forzándolas a trabajar en el negocio de la prostitución.Por otro lado, en los últimos años han aumentado los casos de trata de menores con fines sexuales en el norte del país, junto a la frontera que separa el país de Kenia.

La Asociación Mediática de Mujeres de Tanzania (TAMWA) ha denunciado la prevalencia de matrimonios tempranos y forzosos en el país, especialmente en Zanzíbar. Allí rige la ley islámica, que permite el matrimonio con niñas mayores de 14 años. En el resto del país para contraer matrimonio con una niña de esa edad hace falta un permiso especial, pero 15 ya es una edad legal. En muchos casos, una vez casadas, las niñas son obligadas a dejar la escuela y no son capaces de completar la educación primaria.

La ineficacia del Gobierno

Este vendedor ambulante transita las calles de Dar es Salaam cada dia desde que amanece hasta que cae la noche. Fotografía: Aideen Kenedy.

Pese a que en el año 2008 el gobierno tanzano pusiera en marcha la Ley Contra el Tráfico de Personas, son muy pocos los casos documentados e identificados desde entonces. Aunque el preámbulo de dicha ley establece que «la República Unida valora la dignidad de todo ser humano y garantiza el respeto de los derechos individuales», lo cierto es que la impunidad de aquellos que recurren a esta práctica sigue siendo la tónica habitual en el castigo de estos delitos.

Además, las víctimas no gozan de un régimen de protección. Tanto es así, que el Gobierno ha tenido que recurrir a la ayuda de las organizaciones no gubernamentales para acogerlas.

La falta de datos oficiales y la ausencia de mecanismos que permitan la identificación y diferenciación de los casos de delincuencia común y de tráfico de personas son otro de los grandes retos a los que el actual gobierno de Jakaya Kikwete se enfrenta.

Por otra parte, tampoco se han celebrado los juicios pendientes de aquellos culpables del tráfico y esclavitud de personas. Muchas de las víctimas han sido tratadas como migrantes ilegales, y deportadas antes de poder ofrecer su declaración.

Los 300.000 esclavos de Tanzania están desprotegidos.

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Fuente: Hemisferio Zero

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