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18 de diciembre de 2012. La migración humana en el mundo humanitario

 

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En todo el mundo, hay más de 215 millones de migrantes internacionales. Se estima que las remesas recibidas registradas en los países en desarrollo fueron de 325.000 millones de dólares americanos durante 2010, lo que excede ampliamente el volumen de los flujos de ayuda oficial y constituye más del 10% del producto interno bruto (PIB) en muchos países en desarrollo.

En base a esto, es posible afirmar que más de la mitad de los migrantes internacionales viven en países en desarrollo, por lo que además, con la propuesta de celebrar el Día Internacional del Migrante el 18 de Diciembre de cada año, la Asamblea General de las Naciones Unidas pretendió destacar y promover el reconocimiento que la migración proporciona a las economías de los países receptores de inmigración así como de los países de origen, a la vez que señalar el largo camino que queda por recorrer todavía.

Esta propuesta encuentra su base en el notable número de inmigrantes en el mundo, que aún continúa incrementándose. Este fenómeno concierne a todos los países del mundo, ya sea como país de origen, como país de destino o como la combinación de ambos, pero se estima que en 2009 unos 200 millones de personas, es decir un 3% de la población mundial, residían fuera de su país de nacimiento.

Entre ellos se pueden contar trabajadores migrantes, refugiados, demandantes de asilo, e inmigrantes permanentes. Las razones que tienen para abandonar su país de origen son muy distintas y cambian de una persona a otra. No obstante, pueden identificarse, en muchos casos, una serie de circunstancias que llevan a la gente a abandonar su país para buscar un futuro mejor: la exclusión social y económica, la necesidad de estos países de contar con la migración, los conflictos armados internos y los desastres naturales, todas ellas son causas que provocan migración.

En base a lo anterior, cabría realizar una mención especial a los refugiados y quienes solicitan asilo, ya que en 2010, llegaron a ser 16,3 millones, o el 8% de los emigrantes internacionales. El porcentaje de refugiados en la población migratoria fue del 14,6% en los países de ingreso bajo, en comparación con el 2,1% en los países de ingreso alto de la OCDE.

En este punto, habría que destacar las regiones de Oriente Medio y sobre todo del Norte de África como aquellas que registraron el mayor porcentaje de refugiados y solicitantes de asilo entre los inmigrantes (65%), seguida por Asia meridional (20%). Estos datos reflejan la situación de muchos refugiados en África, como es el caso del medio millón de refugiados somalíes en los campos de Dadaab (Kenia), que, tal y como ya señaló Médicos Sin Fronteras, es el mayor campo de refugiados del mundo. Sus cinco campos (Dagahaley, Hagadera, Ifo, Kambios e Ifo2) albergan a 465.611 refugiados registrados oficialmente y a decenas de miles más que no han podido registrarse. Tres cuartos de la población son menores de 12 años, mujeres y personas mayores que llevan 20 años viviendo allí, a pesar de que inicialmente estos campos fueron diseñados como una solución temporal para refugiar a los somalíes que huían de la guerra civil, pero que se han convertido en residencia permanente de la mayoría de aquellos que acudieron buscando refugio. En los últimos meses, las condiciones de inseguridad han estado amenazando aún más la ya precaria situación de este medio millón de personas.

Resulta necesario mencionar que, del mismo modo que los sistemas económicos occidentales han entrado en una grave crisis que refleja la necesidad de un cambio estructural de estos sistemas de forma inmediata, nuestro entorno natural también ha sufrido muchos cambios, como consecuencia de supeditar el medio ambiente al crecimiento económico, y de esa concepción «utilitarista» de la naturaleza. Esto ha dado lugar a nuevas formas o causas de desplazamiento, como sería el caso de los «refugiados ambientales», víctimas de nuevas realidades sociales que los obligan a dejar sus hogares, como son las que resultan del deterioro del medio ambiente, ya sea por causas naturales, ya sea por las actividades humanas. La vulnerabilidad humana ante catástrofes naturales y, sobre todo, sus consecuencias desproporcionadas para las poblaciones, especialmente, con menos recursos, es una de las principales causas que originan los desplazamientos de población por la imposibilidad de continuar subsistiendo en la zona afectada. Aunque las estimaciones varían enormemente, se calculan en 25 millones las personas desplazadas forzosamente de sus hogares por sequías, desertificación, erosión de los suelos, accidentes industriales y otras causas medioambientales. El deterioro ecológico (sequía, plagas, desastres naturales, accidentes industriales y nucleares, la deforestación, el calentamiento global y otras amenazas ambientales) acompaña a las hambrunas y a los conflictos armados que además tienen unas repercusiones medioambientales de enorme gravedad (bombardeos, destrucción de cosechas, utilización de armas químicas, etc.). Además, el impacto humano en el medio ambiente está agravando la intensidad de los desastres naturales y son los países menos desarrollados quienes más sufren las consecuencias.

También, es necesario señalar a aquellas personas desplazadas en el interior de su país, como ocurre en Sudán (dónde ya se daban situaciones de hambrunas y conflictos pero cuya situación se ha agravado notablemente tras los conflictos armados acaecidos en estos últimos años, que han dejado casi cinco millones de desplazados internos en el país, y dónde la ayuda humanitaria tan sólo ha podido llegar a la mitad de la población desplazada que está distribuida en tres estados de Darfur). Igual que en Sudán, en Afganistán, en la República Democrática del Congo y en Colombia, entre otros, también hay un notable flujo de refugiados, resultado de los conflictos armados en esos territorios. De esta forma, se ha llegado al punto en el que el número total de desplazados internos ha llegado a superar el número total de refugiados, ya que se calcula que existen más de 22 millones de refugiados y 30 millones de desplazados dentro de las fronteras de sus Estados, en todo el mundo.

Migración Internacional

En datos sobre migración y remesas 2011, del Banco Mundial, se presentan una serie de estadísticas, cifras y hechos que subyacen de las remesas de migrantes y de la migración internacional. Algunos de estos son interesantes de cara a realizar una reflexión acerca de la situación del migrante y de lo que el trabajo humanitario puede hacer en su beneficio:

El principal destino de migración es Estados Unidos, que ha registrado los mayores flujos de entradas de inmigrantes entre 2005 y 2010, seguido por Rusia, Alemania, Arabia Saudita y Canadá. Se ha registrado un repentino aumento del flujo de inmigrantes hacia España, Italia y el Reino Unido, principalmente desde Europa oriental, pero también de América Latina y del Norte de África. Igualmente, los seis países del Consejo para la Cooperación en el Golfo (Bahrein, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos) también registraron un notable aumento en el flujo de migraciones durante los últimos años, principalmente desde Asia meridional y oriental.

Sin embargo, los nuevos flujos migratorios en todas las regiones han disminuido debido a la crisis financiera mundial y se están transformando. En el caso de España, esto es especialmente notable, ya que España fue hace muchos años un país emigrante que sin embargo, con su crecimiento económico se convirtió posteriormente en un país receptor de inmigrantes, y lo ha sido, durante años. Actualmente, se da un importante retroceso, en el sentido en el que, de nuevo, se está convirtiendo en un país emigrante, al marcharse muchos españoles a trabajar a otros países europeos como Alemania o Inglaterra, y al dejar de recibir los flujos migratorios acostumbrados. Es más, muchos trabajadores inmigrantes regresan a sus respectivos países de origen en busca de una mejor calidad de vida. Este es el caso de muchos latinoamericanos afincados en España, que junto con los españoles, abandonan el país en pro de un futuro más halagüeño.

Por otro lado, el volumen de migración sur-sur (migración entre países en desarrollo) es significativamente mayor que el de la migración del Sur a los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) (por citar un ejemplo, de África al sur del Sáhara (73%); frente a la migración de África a Europa y Asia central (61%)).

En cuanto al monto de las remesas registradas en 2009, cabría destacar que este fue casi tres veces mayor que el de la ayuda oficial y casi tan alto como el de los flujos de inversión extranjera directa hacia los países en desarrollo. Los flujos de las remesas a los países en desarrollo demostraron ser flexibles durante la reciente crisis financiera mundial: solo cayeron en un 5,5% en 2009 y registraron una rápida recuperación en 2010. Por el contrario, se produjo una disminución del 40% en los flujos de inversiones Extranjeras Directas y un descenso del 46% en la deuda privada.

En 2010, los principales países receptores de las remesas que se tiene constancia fueron India, China, México, Filipinas y Francia.

El enfoque migratorio de la ONU

Los 132 Estados Miembros que participaron en el Diálogo de alto nivel sobre la migración internacional y el desarrollo, que llevó a cabo la Asamblea General los días 14 y 15 de septiembre de 2006, reafirmaron varios mensajes esenciales:

En primer lugar, destacaron que la migración internacional es un fenómeno no sólo creciente y en constante aumento sino que puede suponer una contribución positiva para el desarrollo tanto en los países de origen como en los de acogida, siempre y cuando estas migraciones se vean respaldadas por las políticas adecuadas. La migración y las remesas reducen la pobreza en las comunidades de origen. Estas últimas generan mayores inversiones en salud, educación y pequeñas empresas. Al mismo tiempo, la pérdida de capacidades asociada con la migración puede obstaculizar el desarrollo y la provisión de servicios básicos en los países remitentes.

En segundo lugar, insistieron en que el respeto de los derechos y las libertades fundamentales de todos los migrantes era fundamental para que se obtuvieran los beneficios de la migración internacional.

Finalmente, en tercer y último lugar, reconocieron la importancia del fortalecimiento de la cooperación internacional en materia de migración internacional.

Así, los Estados Miembros de la ONU, junto a las organizaciones involucradas, contemplan el Día Internacional del Migrante a través del prisma de los derechos humanos, promoviendo la difusión de información sobre los derechos humanos y las libertades fundamentales de los migrantes, y fomentando a través de este día conmemorativo, el enriquecimiento y el intercambio de experiencias y la formulación de medidas para protegerlos; es decir, la solidaridad humana.

La migración en Europa

A pesar de estas buenas intenciones, en los últimos años, muchos países de Europa han intensificado las medidas de control fronterizo para impedir que esas personas lleguen al territorio europeo, poniendo en marcha una serie de medidas, algunas de las cuales han resultado causantes de graves violaciones de derechos humanos o han facilitado su comisión.

Según Amnistía Internacional (en su Informe «Vivir en las sombras: Una introducción a los derechos humanos de las personas migrantes»)[*], se sabe que en 2011 al menos 1.500 personas murieron intentando cruzar el Mediterráneo. Algunas de estas muertes podían haberse evitado pero el deseo de algunos gobiernos europeos de impedir la migración irregular ha supuesto el menoscabo del salvamento en el mar a tiempo y en condiciones de seguridad.

La OIM ( Organización Internacional para Las Migraciones) señala en su «Informe sobre las migraciones en el mundo en 2011″[**], cómo concretamente en España y en el contexto de esta crisis económica, política y social, es evidente que la migración se ha convertido en el «comodín» que disfraza los temores y las incertidumbres de la población en general en relación con el desempleo, la vivienda o la cohesión social (en los países de destino) o la pérdida de capital humano y la dependencia económica (en los países de origen). De esta forma, tanto la sociedad, como sobre todo los gobiernos, se valen de una crisis real, para justificar las medidas discriminatorias hacia los inmigrantes y otros colectivos vulnerables.

Igualmente, aquellos que consiguen entrar, una vez dentro del territorio Europeo, acaban pasando largos periodos de detención ya que los gobiernos utilizan las detenciones como medidas disuasorias, a pesar de saber que nada indica que efectivamente estas detenciones sirvan para disuadir de migrar o de solicitar asilo. Las normas internacionales y europeas de derechos humanos contienen criterios claros sobre cuándo es permisible detener a alguien por motivos migratorios. En ningún caso la detención debe ser arbitraria, innecesaria o desproporcionada.

Con todo esto, tanto Amnistía Internacional como otras ONG han realizado campañas con ocasión del día Internacional del Migrante, involucrándose para recordar y defender que con independencia de su situación en el país donde estén, tanto las personas migrantes regulares como las irregulares tienen derechos humanos, entre ellos, los derechos a no sufrir esclavitud ni servidumbre, a no ser detenidas arbitrariamente, a no sufrir explotación ni trabajo forzado, a la libertad de reunión, a que sus hijos e hijas reciban una educación y a la igualdad de acceso a los tribunales y al trabajo. Estos derechos están recogidos en la Convención sobre los Derechos de los Migrantes, de 1990, así como en otros tratados de derechos humanos ya que, como cabe recordar, desde el punto de vista del Derecho, aunque los actos puedan serlo, ninguna persona es ilegal. Por tanto, al designar como tal a una persona, se pervierte el más profundo sentido del derecho, cometiéndose un auténtico fraude en su interpretación o en su aplicación.

De esta forma, se pretende hacer de los derechos humanos el centro de la política migratoria, promoviendo a la vez una sensibilización social. Efectivamente, es con esta base y en estos contextos en los que el trabajo humanitario encuentra su marco de acción en cuanto a inmigración ya que no sólo se trata de personas desplazadas por desastres naturales, crisis humanitarias o conflictos armados, sino también de refugiados, de trabajadores sometidos a la explotación, de racismo y xenofobia, de discriminación y en definitiva de defender, promover y luchar por la solidaridad humana y para la supervivencia de todas aquellas personas que dejaron su hogar por unos u otros motivos.

En base a esto, el Secretario General de la Asamblea, Ban Ki-moon, destacó en el Día Internacional del Migrante (18 de diciembre de 2011) que «Cuando se violan sus derechos, se los margina y excluye, los migrantes no pueden contribuir ni económica ni socialmente a las sociedades que han dejado atrás y tampoco a aquellas a las que llegan. Sin embargo, cuando se les apoya mediante políticas adecuadas y la protección de los derechos humanos, la migración puede ejercer una influencia beneficiosa en las personas, así como en los países de origen, tránsito y destino». [***]

[*] http://www.amnesty.org/es/library/info/POL33/006/2006

[**]http://publications.iom.int/bookstore/index.php?main_page=product_info&cPath=37&products_id=754&zenid=fd3d26ca39e0f3f2ca268cf5a63788e7

[***] http://www.un.org/es/events/migrantsday/

Fuente fotografía:

http://www.publicdomainpictures.net/view-image.php?image=7039&large=1&picture=maos-do-mundo&jazyk=PT 

 
 
 
 
 
 

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